La revolución digital apenas está comenzando

No debería sorprendernos que, en medio de una revolución en el uso de herramientas digitales, los profesionales de la inocuidad alimentaria hayan procedido con cierta cautela. La gestión del riesgo en inocuidad alimentaria puede ser literalmente cuestión de vida o muerte, y la profesión está profundamente arraigada en el método científico. Durante décadas, el enfoque ha estado abrumadoramente en el cumplimiento. Este no es el lugar para "moverse rápido y romper cosas".

A pesar de esto, recientemente, con los desafíos enfrentados en el suministro, la escasez de mano de obra y, lo más crítico, la crisis del costo de vida, ha habido una especie de explosión en la adopción en todo el sector. Durante un seminario web reciente de LRQA, más del 80% de los asistentes dijeron que ahora estaban invirtiendo en soluciones digitales, de los cuales más del 40% estaban evaluando múltiples opciones.

Los beneficios conocidos de estas herramientas claramente ahora superan cualquier riesgo percibido, pero aún se debe tener precaución. Cada solución conectada conlleva un riesgo cibernético asociado, ya sea a través de ransomware y la interrupción de las operaciones o el robo y manipulación de datos. También existe un impacto en el riesgo del proveedor, asegurando que la tecnología sea adecuada, tenga longevidad y simplifique la gestión del riesgo en lugar de agregar más complejidad.

La tecnología ciertamente puede ser poderosa, pero es la calidad de los datos posteriores, el análisis y la toma de decisiones lo que realmente marca la diferencia. Sin embargo, ante todo, el aprovechamiento de los datos y la tecnología no debe oscurecer la necesidad de la experiencia humana. Aquí es donde los profesionales de la inocuidad alimentaria pueden sobresalir y veo cuatro grandes oportunidades.

En primer lugar, convertirse en expertos no en la adquisición de tecnología en sí, sino en la gestión de los riesgos de implementación y en maximizar los beneficios. Nadie está en mejor posición para comprender cómo la tecnología puede afectar los productos y los procesos, específicamente en lo que respecta a comprometer la seguridad y la integridad, y alinearse con la mejora deseada para la mitigación general del riesgo de marca. En segundo lugar, jugar un papel más activo en la selección de proveedores y, de manera crítica, en el diseño de cómo se puede acceder, analizar y utilizar los datos. ¿Estas inversiones generarán ideas accionables o simplemente más ruido? En tercer lugar, hay una necesidad desesperada de defensores de la implementación inteligente. Las soluciones deben agregar inteligencia, tanto en lo que se refiere a qué, cómo y dónde, no solo dentro de las organizaciones, sino también en comparación con otras. Los datos deben proporcionar ideas que respalden decisiones estratégicas de negocios en cuanto a productos, ubicaciones, socios y asignación de recursos. Y las herramientas deben permitir la previsión, reconociendo señales de advertencia temprana para poder realizar cambios proactivos.

Todo esto nos lleva a la última oportunidad y tal vez la más grande de todas. La inocuidad alimentaria y la calidad del producto ahora se suman a los criterios ambientales, sociales y éticos para definir el perfil de riesgo de una empresa. En el sector alimentario, cada uno de estos factores está intrínsecamente vinculado; cualquiera de ellos puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso de una marca; y el verdadero valor de los datos y la tecnología solo se desbloqueará cuando se piense y gestione de manera integral.

Quizás el sector de alimentos ha sido más lento en adoptar la tecnología y los datos que otros, pero habiendo alcanzado un punto de inflexión, mi predicción es que estas herramientas no solo serán adoptadas, sino también abrazadas con entusiasmo, en beneficio de las empresas, los consumidores y todas las partes interesadas. Y, por supuesto, en beneficio de los propios profesionales de la inocuidad alimentaria.